La nuestra, es una historia de amor a la mexicana.

Después de 7 invitaciones Michelle aceptó salir conmigo y la invité a comer cocos. Yo la esperaba nervioso, cuando la vi llegar en su jeep rojo, me enamoré a primera vista. Después de comer nuestro coco con tajín y limón, nos tomamos el agua y notamos que nuestra forma de ser hacía click en muchos aspectos, nuestros gustos, nuestra forma de comer y nuestros valores, teníamos muchas cosas en común.

Tan pronto terminó la primera cita, ya estaba de necio pidiéndole la segunda. Nos fuimos conociendo más y más y me fue gustando cada vez más.

Durante mi proceso de Lyme, yo no tenía mucho que ofrecer más que momentos acostados, haciendo tratamientos. viendo películas o platicando, y fue ahí donde conectamos aún más porque le tocó iniciar una relación y acompañarme en los momentos más difíciles y bajos de mi vida, pero de mucho aprendizaje.

Conforme fui mejorando, pudimos salir más y divertirnos fuera de casa, la conexión seguía creciendo, y así, llegó el día que le pedí que fuera mi novia, para ese entonces yo ya sabía que era ella con quien me quería casar, me respondió que no estaba lista para una relación y lo entendí, después de unos meses se cambiaron los papeles y me la cantó ella a mí, diciéndome que ella ya estaba lista para tener una relación y yo bien facilito le dije que sí.

Fuimos creciendo, conociéndonos y amándonos durante los siguientes años hasta que llegó el momento donde estaba listo para pedirle matrimonio. Yo sabía que sería una gran esposa, una gran mamá, una gran mujer en quien confiar así que me puse de rodillas y le pedí que se casara conmigo, Michelle empezó a llorar, temía que me dijera que no estaba lista de nuevo, pero eran lágrimas de felicidad y me dijo que sí.

Celebramos y empezamos a planear el futuro hasta llegar al día de hoy, el día de nuestra boda, junto a nuestras familias, amigos y seres queridos, a quienes queremos mucho. Estamos tan felices y no podemos esperar a ver lo que nos traerá el futuro juntos.